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sábado, 29 de agosto de 2015

Lev Yashin: el llanero solitario de la portería

Yashin,  único portero en ganar el Balón de Oro
El puesto en el que pocos niños sueñan con ello. La infancia es la etapa de la vida, donde los mayores sueños se plasman para que de una u otra manera sea la algarabía en la adultez. Un niño sueña con ser un delantero, un goleador, un crack, un protagonista dentro y fuera de la cancha. Pero muy pocas veces sueña con estar bajo los tres palos y detrás de la linea del cal.  Ese niño llega a ser un gordo o alto. O en algunos casos se pelea con la esfera, pero si se atreve a tirarse sobre la tierra-césped de un campo de juego está para grandes hazañas. Lev Yashin soñó con ser el llanero solitario de los tres palos, la portería del fútbol. 

Como olvidar la fisionomía de un delantero luego de fallar un gol, ya que es el gran responsable de ello, portero que bajo los tres palos se lanza al vació para impedir el júbilo de muchas gargantas en las tribunas aledañas al recinto deportivo; más aún si se trata de un posible título. Olvidar es parte de la vida, pero se puede olvidar fallar un penal en una final sea por en una liga local o exterior, error que te conlleva a perder un campeonato solo por el echo que el único hombre en usar lo guantes impide esa felicidad. Lev Yashin plasmó tales ideales, hasta ser el único portero de la actualidad en ganar un Balón de Oro. 

Muchas anécdotas de arqueros héroes que salvan a su equipo en últimos minutos, pero qué pasa cuando el portero es el villano. Es el menos querido, el culpable de la derrota. 
Cuándo un delantero falla una jugado previa al gol, el público ovaciona. El compañero de equipo le dice: "Vamos, para la otra entra". En el caso de los porteros cuando no atajan un gol como es debido nadie lo aplaude, ni el propio compañero le dice las mismas palabras mencionadas. Ni siquiera el público se acuerda de él, ni por el hecho de que minutos antes tapo un penal, es olvidado por aquel gol, ya que es la derrota para su equipo. 

Lev Yashin jugó en el Dinamo de Moscú desde 1949,  jugó durante 20 años, tuvo una trayectoria magnífica, impecable, porque estuvo 270 partidos sin recibir un gol, en la liga rusa (Unión Soviética, en aquel entonces). 

Tantas veces querido; tantas veces olvidado. Tanta ovación por algún tiempo. El llanero solitario del campo, él único que ve el fútbol desde otra perspectiva. Pocas veces el capitán. Tantas veces la voz de mando para ordenar la defensa. El hombre que un día pude gozar de una alegría incomparable; el hombre que en algunos días no puede dormir por el blooper que a la par termino en un gol. Lev Yashin participó en cuatro copas del mundo. En Suecia 1958, en Chile 1962, en ambos mundiales llegó hasta los cuartos de final. En Inglaterra 1966, la Unión Soviética se quedó con el cuarto lugar. En México 1970, fue convocado pero no jugó ningún partido. 

El llanero solitario bajo los tres palos también sabe jugar con los pies. Algunas veces responsable de los tiros libre. Muchas veces bajo los tres palos con la cara sucia por agarrar la esfera. Villano o héroe no deja de ser lo que tanto soñó desde niño: tapar un gol al ídolo que una vez soñó. Quizás su meta era jugar en otra posición del campo, pero por azares del destino decidió estar allí con los guantes para evitar los tantos. Lev Yashin era a todo terrero, tenía reflejos, se anticipaba previa una jugada, se sentía seguro de sí mismo. 

El fútbol ha ido cambiando con el transcurso del tiempo. La evolución del guardavallas también. Hoy es un arquero más moderno, sus compañeros tratan de jugar con él. En algunos casos se atreven a ser jugadas en su propia área. Lev Yashin es considerado el mejor portero del siglo XX. 


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